Jeremías 26—52 y Lamentaciones
Sin prestar atención a las advertencias de Jeremías, Judá persistió en el pecado. El pueblo escuchó las alentadoras palabras de los falsos profetas y persiguió a Jeremías por decir la verdad. En la parte final del estudio, Dayton Keesee repasa la ruina de la nación elegida de Dios a manos de Babilonia. La triste historia del ministerio de Jeremías culmina con la destrucción de Jerusalén, incluso después de predicar toda su vida el arrepentimiento para evitar la total desolación. La reacción del profeta ante la trágica caída de Jerusalén se refleja en su breve y poético Libro de Lamentaciones.